Carlos Garcia: Las sanciones económicas y financieras contra Rusia van a tener un efecto inmediato sobre Venezuela

Carlos García

Economista UCV. Master en Economía CGU Claremont University. Ex Gerente de Administración de Reservas del BCV y Jefe de la Oficina de Estudios Internacionales del BCV.


¿Estamos frente a un nuevo orden mundial? ¿Puede Occidente arreglárselas sin el petróleo y el gas de Rusia?

El ascenso de China como principal economía mundial ha venido rehaciendo el viejo orden internacional constituido en torno a Estados Unidos y Europa y ello se ha visto reforzado con la transición energética hacia un modelo de producción con menores emisiones de gases de invernadero en tanto que el gigante asiático lidera la capacidad instalada de producción de energía renovable y la de fabricación de componentes para la elaboración de paneles solares y aerogeneradores.

Por si fuera poco, China está adelante en la carrera mundial por la fabricación de carros eléctricos baratos que va a acarrear la reducción del petróleo en el consumo mundial de energía antes de 2050. De manera que no es descabellado afirmar que en torno a China se ha ido constituyendo un nuevo orden mundial en lo económico, y el rezago competitivo de sus principales rivales de la posguerra hace prever que el mismo se irá consolidando cada vez más.

En lo político, este orden mundial no avanza a la misma velocidad que en lo económico, dado que la arquitectura internacional surgida de la posguerra es un muro de resistencia que impide que se proyecte esa nueva realidad liderada por China. Aun cuando este país intenta proyectar y desplegar un protagonismo institucional más visible frente a Estados Unidos y Europa, lo hace de forma diferente a Rusia y el intento de Moscú por reponer su espacio vital, dicho en sus propias palabras por Vladimir Putin, por la vía de la fuerza.

Desde Beijing, en cambio, han preferido procurar esa recomposición del orden mundial bajo el ariete del llamado soft power, asentado tal recurso en una imbricación con otros países de intereses económicos de mutuo aprovechamiento y respetando el principio de no injerencia política.

De todas maneras el liderazgo económico de China se proyecta ineluctablemente en lo político al constituirse en un socio económico irremplazable al jugar un papel central en los escenarios de crecimiento de cualquier bloque económico habida cuenta también de su gigantesca capacidad de consumo. Un  buen ejemplo de ello lo representó el compromiso alcanzado por el gobierno de Trump y ratificado por el de Biden de desescalar una guerra de aranceles y formalizar un gigantesco programa de compras chinas de productos estadounidenses.

Se trata entonces de  intentar corregir por medios económicos de mutuo aprovechamiento un incordio político que refleja una cada vez mayor desventaja competitiva de Estados Unidos frente a China, y que se proyecta internamente en la refriega entre republicanos y demócratas al presentar a China como el causante de su estancamiento económico, y principal adversario político.

Por cierto, Rusia solo es percibida como un rival político ya que en lo económico se caricaturiza desde think tanks estadounidenses, básicamente, como solo una gran productora de gas y petróleo, aun cuando este país es un importante productor de materias primas minerales y vegetales, además de ser uno de los principales fabricantes mundiales de armas y socio en la carrera espacial.

Por los momentos es imposible para Occidente, básicamente Europa, vivir sin el petróleo y gas procedente de Rusia. Estados Unidos podría hacerlo en virtud de ser principal productor mundial de ambos renglones económicos y apenas adquirir una cantidad muy pequeña de petróleo en Rusia. Europa no podría y  China, sencillamente, no entra en esa disputa, sus necesidades energéticas son enormes y por razones estratégicas le interesa consolidar sus lazos comerciales en ese plano con su vecino ruso. Esta demás señalar que ese reforzamiento bilateral ruso-chino se proyecta en lo político, convenientemente, para China.

La dependencia energética de Europa de los hidrocarburos rusos es enorme, y por mas que, por ejemplo, en el caso del gas natural, el continente puede surtirse crecientemente de LNG estadounidense y recibir despachos desde Catar, ello no es conveniente por razones estratégicas y económicas. No solo son latitudes muy lejanas y requiere la construcción de una gran infraestructura para reconvertir el gas en estaciones portuarias, sino que es antieconómico y poco competitivo con respecto al gas natural que llega por gasoductos desde Rusia.  Además, no se puede prescindir del papel del gas natural como energía puente en la transición energética, lo cual es un elemento crucial en la estrategia de descarbonización de largo plazo de Europa.

Por mas que existan planes fabulosos en Europa de reemplazar en su matriz energética al suministro ruso de gas natural y petróleo con energía renovable, habrá que esperar muchos años para que eso sea una realidad. No solo el tema de la intermitencia requiere un recurso base que asegure la continuidad del suministro de electricidad, lo cual solo es posible con energía de origen fósil, sino que en el caso de Alemania también se ha prescindido de la energía nuclear para este mismo papel.

El costo político de forzar una transición energética producto de las tensiones internas provocadas por problemas de suministros al mermar las inversiones de las empresas del sector de los fósiles ante un panorama incierto para el negocio y reinventarse al abrazar la energía renovable, le concede una importancia enorme a la materia prima fósil rusa. No hay manera de que pueda eso deshacerse. Putin, lo sabe, y aunque su confianza como proveedor primordial pueda estar bajo muchas interrogantes, no ha dejado de garantizar el suministro a Europa. Además, las importaciones de petróleo y gas natural representan su principal fuente de divisas, de manera que no tiene sentido económico usar este suministro como un chantaje político.

En cuanto al petróleo, los países europeos no pueden prescindir en el corto plazo del crudo ruso, no solo por su gran volumen en las importaciones sino porque muchas de las refinerías europeas están diseñadas para procesarlo de acuerdo su acidez y grado API, además, no hay una fuente de suministro que pueda sustituirlo como podría ser el crudo producido en el Medio Oriente, Norte de África o Nigeria. No en balde es un mercado donde cuentan mucho los contratos de largo plazo entre países. La mayoría de este crudo es hoy absorbido crecientemente por el mercado asiático de la costa del Pacifico y el Indico. Incluso, el crudo ruso que llega a China  representa el segundo en importancia después de Arabia Saudita. Por cierto, el crudo ruso ESPO es muy apetecido por las refinerías independientes chinas.

¿Qué implicaciones económicas y geopolíticas va a tener para Venezuela?

Las sanciones económicas y financieras aprobadas por Estados Unidos y Europa contra Rusia van a tener un efecto inmediato sobre Venezuela en virtud de que PDVSA había concentrado en Moscú la recepción y el manejo de los recursos producidos por su comercio petrolero, lo cual hacía usando el sistema bancario ruso. Desde el momento que salen del sistema de compensación internacional interbancario (SWIFT) los bancos rusos, se compromete el manejo de PDVSA de estos recursos. Difícilmente se podría contar con China para sustituir estas funciones llevadas a cabo por Rusia aun cuando China ha venido creando su propio sistema de compensación de pagos, el gobierno de este país evita provocar las sanciones de EEUU y Europa.

Al no disponer de estos recursos tal como era posible con el apoyo bancario ruso se podrían ver limitadas acciones de política que eran posibles al contarse, incluso, con manejo de efectivo y flujo de PDVSA y poder incidir en la estabilidad del tipo de cambio a través del uso intensivo de las intervenciones del BCV. Asimismo, las medidas de recuperación de la producción petrolera a través de empresas nacionales a las cuales se les podía responder con este manejo de efectivo propiciado por este entramado financiero asistido por Rusia, podría obstaculizarse y retroceder la producción petrolera alejando el cumplimiento de la meta en firme del millón de barriles diarios. Se mantendría en pie, sin embargo, el programa de intercambio de mezcla venezolana con condensados iraníes para sostener la producción de la Faja Petrolífera del Orinoco y con ello de la capacidad de exportación en torno a un rango entre 700 y 800 mil barriles diarios. Ello es posible porque es un intercambio de productos donde no hay de por medio flujo financiero.

Un escenario macroeconómico muy desfavorable que neutralizaría el rebote mostrado por la economía venezolana desde el segundo semestre de 2021 se presentaría si el gobierno confronta problemas de caja a raíz de la paralización de fondos en bancos rusos, en virtud de que no podría recibir asistencia financiera multilateral de ninguna naturaleza en el marco de las sanciones de la OFAC sobre Venezuela. Este escenario, lamentablemente, tiene altas probabilidades al no preverse una resolución rápida del conflicto en Ucrania, y por el contrario correrse el riesgo de que vengan sanciones más fuertes que incluyan aquellos bancos rusos que siguen excluido en las sanciones por ser los canales a través de los cuales se reciben los pagos del gas y petróleo que importa Europa.

En lo geopolítico el conflicto entre Ucrania y Rusia proyecta una oscura sombra sobre Venezuela, más aún después de la estruendosa derrota de Rusia en la Asamblea General Extraordinaria de las Naciones Unidas. Ello ha conferido una victoria moral a Ucrania y una derrota política durísima para Rusia, y por rebote a todos aquellos países alineados con Moscú. Cobra importancia que países como Turquía que han provisto apoyo económico al gobierno de Maduro hoy se encuentran en la acera de enfrente. Hasta insólito resultó que un fervoroso aliado de Maduro como lo era el expresidente iraní Ahmadinejah también ha condenado la invasión rusa. Por su parte, China ha pedido que se agoten los canales diplomáticos y por ello se abstuvo en la votación en Naciones Unidas.

Son de tal gravedad los efectos de esta derrota diplomática de Rusia, que es difícil que Venezuela no se vea salpicada, tal como ya lo hecho el propio presidente ucraniano al condenar a los aliados de Rusia, por ello no extrañaría que el gobierno de Maduro empiece a recoger velas y exhorte una salida diplomática.