Tamara Herrera: No creo que lo que estamos viendo califique de reactivación económica. Hay una reanimación en algunos sectores, con preeminencia del comercio y con elevado componente importado.

1.      Hay especialistas que argumentan que en Venezuela se está comenzando a observar un lento proceso de reactivación de la economía, aunque persiste la hiperinflación. ¿Usted comparte esta apreciación?

No creo que lo que estamos viendo califique de reactivación económica. Hay una reanimación en algunos sectores, con preeminencia del comercio y con elevado componente importado. Se trata de una reanimación concentrada en las urbes, que reverbera en ellas, pero con poco arrastre para la producción nacionalEstá estimulada por la enorme facilidad para importar favorecida por la política arancelaria, por la sobrevaluación de nuestra moneda y también por las ventajas especiales (y no legales) que reciben algunos individuos. Con ello, la competencia desleal se suma a la lista de factores que dificultan la supervivencia de las empresas que importan en buena lid.
No se puede responder esa pregunta dejando de lado que, en paralelo a este repunte focalizado en la comercialización de productos importados, está una industria nacional que no tiene condiciones para competir contra esos tres factores: sobrevaluación, exoneraciones y elusión de permisos formales. Estas no sólo se esfuerzan por preservar su espacio en un mercado deprimido debido a la recesión y a la debilidad de ingresos de la población, además enfrentan limitaciones operativas importantes en materia de combustible y servicios básicos que entorpecen y encarecen la producción. Deben adaptarse para competir. Es una lucha que están dando por prevalecer. Pero en el corto plazo no todas crecerán. 

Este año el PIB consolidado volverá a caer, pero mucho menos que el nefasto 2020. Nosotros, en Síntesis Financiera, vemos el PIB no petrolero con un descenso de 5% y el PIB petrolero con un retroceso de 17%.

2.      Se habla de que hay un repunte del consumo asociado al fenómeno de los bodegones. En el Municipio Libertador que representa el 40% de la población de la ciudad de Caracas, apenas un 25% ha comprado alguna vez en esos establecimientos. ¿Considera que ese tipo de consumo es suficiente para reactivar a corto plazo la economía?

En el Municipio Libertador no está el grueso de los llamados bodegones. De hecho, creo que se ubican en zonas donde hay una demanda más fuerte. Lentamente se han extendido con unas versiones de mini-bodegón o quiosco para atender los caprichos eventuales que se puedan dar lejos de las zonas donde iniciaron. Pronto veremos la “buhonerización” de los bodegones si las ventajas de la importación se mantienen.

Se ha observado una reanimación del empleo formal en los locales, así como del “delivery” formal e informal que han provisto espacio a una pequeña porción de los habitantes de municipios tradicionalmente de menores ingresos, donde comienza a observarse que la informalidad dolarizada ha provisto algún ingreso adicional a esas familias. 

3.      Por otra parte, esos comercios están asociados a la dolarización que de hecho experimenta la economía venezolana. Ello le imprime un sesgo a la inequidad a una economía con la dolarización que se observa en Venezuela. ¿Es partidaria usted de una dolarización formal de la economía?

Discutir los pros y contra de la dolarización formal en el actual contexto del país puede parecer un asunto secundario, toda vez que suponiendo que se esté a favor por su indiscutible efecto estabilizador, no podemos llevar a cabo una dolarización formal a cabalidad en el actual contexto político.

Sin embargo, sí cabe hacer un par de señalamientos: sacrificar instrumentos de política monetaria y fiscal es un costo lamentable, que denota que la sociedad toda no es capaz de hacer un compromiso de estabilización, que no ha logrado hacer de la estabilidad un paradigma.  También merece la pena señalar que la sustitución de la moneda propia por una ajena tiene el reto inicial del establecimiento del tipo de cambio al cual se va a retirar la masa monetaria autóctona. Escogerlo mal también puede encajonar al país en un tipo de cambio sobrevaluado y condenarlo al bajo crecimiento para siempre. Tanto más debe haber una estimación realista de la capacidad de generar dólares de la economía. Se corre el riesgo de que quienes promuevan la aceptación de la dolarización banalicen el desafío. Por ejemplo, que prometan niveles de salario en dólares que no sean sostenibles.   

Son muchos los países en los que se discuten la conveniencia o no de una dolarización, pero la discusión termina quedando de lado porque la dolarización de facto es un hecho sobrevenido que crea presiones, e incluso la necesidad de avanzar en ese camino, porque las empresas ven en la gestión dolarizada un asomo de estabilidad. Es una forma de salir de la volatilidad de ganancias o pérdidas cambiarias inesperadas.

Esa parece ser la circunstancia de Venezuela, además la dolarización ha agilizado algunas actividades y ha provisto el medio de pago que las autoridades no han sabido proveer desde hace años. Creo que se continuará avanzando pragmáticamente, de manera desordenada y sin plan porque las autoridades ni quieren ni pueden asumir obligaciones en moneda extranjera. Así que podríamos ver parcialmente la colecta de tarifas o servicios públicos opcionalmente en dólares. Pero no una cabal y completa. En la medida que esta dolarización se profundice también se verá el verdadero tamaño al que ha sido reducida Venezuela.

4.      En ese mismo orden de ideas el Gobierno lanzó la idea de las Zonas Económicas Especiales. ¿Cómo evalúa usted esa propuesta? ¿La fe factible?

La promoción de inversiones es extremadamente difícil para una forma de gobierno con la trayectoria y el sesgo sobre-regulador que ha minado tanto su credibilidad. A este importantísimo problema de la falta de confianza se suma el entorno de sanciones que obliga a seleccionar muy bien los sectores y relacionados con los cuales invertir cerca del sector público.

Entiendo que con las ZEE se aspira a crear espacios donde el gobierno se repliega y cede ventajas y espacio de operación al margen del marco legal ordinario prevaleciente. Las prioridades parecen estar puestas en petróleo y el Arco Minero, pero ojalá pudiera pensarse en otros sectores.

Cada sector tiene su ventaja y su obstáculo a superar. Por ejemplo, en petróleo proponer estructura de negocios desligadas de entes y personas sancionadas.  No sé si el secreto que propone la Ley antibloqueo sea suficiente. No lo es para las empresas con reputación. Para las empresas estatales, la consideración será esencialmente geopolítica. Por ejemplo, para China libertad plena de acción en materia petrolera empresas quizás sea atractiva y muy productiva, pero deberá poner en balance su política exterior que está en fase de reconsideración con la nueva administración norteamericana. El aspecto deplorable de todo ello sería la profundización de la falta de rendición de cuentas sobre las condiciones bajo las cuales se estarían entregado espacios de operación y la absoluta discrecionalidad sobre los ingresos que provean las actividades que se desarrollen.

Por lo que toca al Arco Minero, allí la opacidad y el caos reinan desde los años en que se le bautizó con ese nombre. Allí no hay un control cabal por parte del Estado, de manera que no puedo sino estar expectante sobre lo que hagan…si es que informan al país.

 En resumen, creo que efectivamente habrá algún movimiento, pero dudo que se produzca una corriente de inversión como la que se produciría con un buen plan económico y un equipo económico con la gobernabilidad que da un sólido acuerdo nacional.

6.      Finalmente, la producción petrolera no termina de recuperarse de forma firme y sostenida. ¿Cuáles factores están influyendo en ese fenómeno?

La industria petrolera arrastra todas las consecuencias de una mala gestión desde el momento en que se le consideró un instrumento de poder y no un instrumento de desarrollo. Se la dejó exangüe hace años. Carente de capital humano y financiero suficiente para acometer una recuperación apropiada. El grado de deterioro acumulado la ha dejado con muy pocos grados de libertad para avanzar en las estrategias que se proponga acometer.

Un buen ejemplo, es la situación actual donde ha buscado atender el consumo nacional de combustible con producción nacional sacrificando crudo exportable.  Eso indica que no hay capacidad para levantar suficiente producción para atender la precaria producción de las refinerías y simultáneamente atender la producción de crudo diluido. A su vez ello refleja la gravedad de la situación en los campos de Monagas, ausencia de gas natural asociado a suficiencia y la deplorable condición de las plantas de compresión y reinyección de gas. La frecuencia de los accidentes da cuenta de ello y el mas reciente de ellos expuso la vulnerabilidad toda de la industria, cuando hubo que detener la operación de carga en el Puerto de Jose así como la producción en la Faja.

Al parecer la recuperación que comenzamos a ver en meses recientes se detendrá y con ello pueden declinar las exportaciones, las cuales, además, ya no cuentan con tanto inventario para exportar. Así que, o importamos combustible y exportamos crudo, o abastecemos algo de combustible nacional y sacrificamos volumen exportable de crudo diluido.

Ese será el andar de nuestra industria petrolera hasta tanto no se produzca el cambio político que aporte la credibilidad necesaria a los planes y el financiamiento necesario, así como el completo levantamiento de sanciones. A falta de ello, todo queda en manos de las condiciones en las que se entregan espacios operativos a eventuales socios estatales, con muy poca autonomía nacional. Quizás para eso sean las ZEE.